lunes, 24 de agosto de 2009

La desilusión a través de la literatura




El tema de la desilusión es muy abarcador y puede enfocarse a través de diferentes perspectivas. Encausaré este ensayo, hacia una visión histórica, social y literaria a través del tiempo.
Cómo se proyecta la desilusión en diferentes épocas y como la proyecta el intelectual en su entorno, tomando como base el desequilibrio moral y la desaparición de asideros, en relación al derrumbe que sufre parte del Europa a finales del siglo XIX y principios del XX .
Centraré el siguiente tema tomando como modelo algunas consideraciones de igual manera me enfocaré en las figuras de importantes escritores que de alguna forma, fueron afectados por el tedio, el entorno y la devastación que dejó la Guerra. No obstante, debo aclarar que estos escritores en su momento proyectaron sus inquietudes morales y buscaron la forma de ayudar con sus reflexiones de diferentes formas; unos en su poéticas, y otros con su prosa ensayística. Así, nos dejaron en el tiempo un legado de incalculable valor, tanto en Europa como en Hispanoamérica.
En primer lugar es importante señalar, como el hombre se ve afectado por un vacío existencial a causa del caos, la destrucción y la inseguridad que como bien he referido antes, provocaron las Guerras de fin de siglo. Esta circunstancia vuelve al hombre a una reflexión hacía sí mismo, hacía una búsqueda interior que se observa en la literatura.
Como reaccionan estos intelectuales y plasman sus ideas a través del tiempo buscando atisbos a esa realidad deseada y frustrada.
La literatura a lo largo del tiempo. ha sido bombardeada por diferentes vanguardias cuyos miembros escapan de su realidad desilusionados por las condiciones que se le ofrecen como ser social al hombre. Así vemos como en Francia surgen movimientos como el expresionismo y luego otras corrientes que dejaron sus huellas, como el dadaísmo, y el futurismo. Más tarde, Jean Paul Sartre con el existencialismo y Albert Camus con el absurdo en el teatro, novela y ensayo.
Los escritores seguirán éste mismo derrotero de escapar al vacío y al tedio hacía la búsqueda interna del yo, la otredad y la introspección. La búsqueda de una conciencia que aliviara esa ambivalencia de no saber hacia donde iba todo después de la Guerra.
Este siglo agonizante fue para los intelectuales europeos más literario que político. Previo al acontecer en España suceden en Europa grandes aportaciones literarias, que servirán de puente al hombre para encontrar respuesta a esa búsqueda existencial que veremos luego en el próximo siglo. Estos escritores escribieron obras en las que se refleja la desilusión del hombre envuelto en su mundo hostil y decadente. Escritores como Pirandello, Bretón, Malarmé, Verlain, Dostoievski, Kafka, Marinetti, Proust, Joyce y otros. Todos estos muestran en una u otra forma rezagos en sus obras de una desilusión profunda del ser.
No obstante es necesario resaltar que el surrealismo, es un movimiento muy importante de este momento en el que prevalece el tema de la desilusión, sobre todo en la narrativa y la pintura. El artista deja salir su expresión al subconsciente y se evita la censura de la razón. Un arte automático en el que se destaca Andrés Breton. Este movimiento, será importante como atisbo a los poetas posteriores de la desilusión
Esta desilusión fue más poética que filosófica, como veremos en nuestra exposición, y ss con la culminación de las guerras en España, después de ser despojada por los americanos en 1898. A partir de entonces, comienza una aventura refundadora. Por un lado el modernismo en Hispanoamérica con Rubén Darío y la renovación del lenguaje, y por otra, el surgimiento de los llamados escritores melancólicos del 98 quienes tuvieron la responsabilidad de crear esta poética y el meritorio trabajo de descubrir la realidad de lo español.
Producto de este tedio, soledad, vacío, encontramos a escritores como Azorín hombre de un pensamiento fragmentario. Ganivet, nostálgico de la vida plena y de la aventura perdida, Por otro lado como se podría observar en ese Baroja representante de la iracunda malhumorada y literaria. Todos ellos se habían convertido en cronistas de una España sin imperio. Dejando todos un vago olor a naftalina como vemos reflejado en las casas deterioradas después de la Guerra en novelas como Nada de Carmen Laforet, y a moho, la ropa vieja vendida para poder comer y como los personajes en esta novela se deshacen de las piezas de valor. Cómo poder sobrevivir durante la Guerra, por no decir algo más degradante y grotesco.
Es como si todos estos escritores en su discurso certificasen el fin de la España idealizada y se quedarán en una intimidad de desilusión y nostalgia.
Encontramos más allá de los prosistas, como los poetas y a través de su poética, producen el cambio hacía el nuevo siglo de oro, el cual inaugura en Hispanoamérica Rubén Darío.
El influjo literario que tuvo en Hispanoamérica Darío, Lugones, Vallejo, Gorostiza, Villaurrutia, Neruda, Huidobro y otros, coincidió en España con la poética de la generación del 27. Aleixandre, Guillén, Cernuda, Juan Ramón Jiménez y otros, quienes lograron la perfección expresiva en la prosa.
De ésta generación del 98 nacida en los grises días del fin de un imperio, se enlazó con el proyecto cultural de Hispanoamérica.
No obstante cabe señalar que el tedio y la desilusión será un fenómeno que pese a que finalizó la Guerra y todo lo que hemos mencionado, se mantendrá y será una constante a lo largo del siglo XX en las obras de todos los escritores.
En el campo del pensamiento, Unamuno nos deja su imagen un tanto patética de libertador solitario, pensar auténtico, personal y autónomo, aborrecidos por Kierkegaard y Nietzsche ambos pensadores existencialistas. Los pensamientos unamunianos estaban más cerca de Jean Paul Sartre existencialista ateo pero de un ateísmo mesurado.
Por otro lado, la vanguardia histórica celebró entonces una modernidad con ésta generación del 98 que intenta levantar a España de la soledad, angustia y un no saber que hacer. Sin asideros para sostenerse tras la desilusión producto de dos guerras, la bomba atómica, el fracaso de la democracia, se comenzaba a cuestionar la idea del progreso. Pero el cuestionamiento iba más allá del imaginario para estos intelectuales. Cómo abordar el tema de la desilusión en una tradición poética acostumbrada a convertir todo en solemnidad. Neruda se ríe de los otros y le llama los viejos poetas, Parra le llamará “Los imbéciles”, que bajen de los arboles pero reconociéndose ambos entre ellos.
La escritura de poemas y anti poemas en 1954 revolucionará la poesía, la manera de poetizar rebelde y transgresora como una violencia al tedio que siente el poeta.
Neruda adoptará el tono de la antipoesía en Hispanoamérica, en Estravagario 1958. Ernesto Cardenal sacará su variante Exteriorismo, Parra se ridiculizará descaradamente de él mismo como poeta. Es una máscara para transgredir irónicamente la pérdida de la ilusión.
Por otro lado Rubén Darío trae una nueva modalidad a la poesía con el modernismo, pretende dar belleza mediante la forma pero a la vez sus temas reflejan escapismo a un mundo imaginario. Rechazan la realidad y crean mundos idealizados utópicos producto también de la desilusión. Angustia existencial, amargura del presente, melancolía del pasado, lo cual hace sus composiciones un tanto nostálgicas y melancólicas.
Parece ser, que la mayor parte del arte, desde sus comienzos hasta la actualidad es uno comprometido con la causa que envuelve al individuo como ente social. Así, éste se aboca a una labor de disuasión, de duelo por la imagen y el imaginario. A una labor de duelo estético, muchas veces fallido. Esto acarrea una especie de melancolía que envuelve toda la sensibilidad del artista y parece revivir en el reciclaje de su historia y de sus vestigios.
Por un lado el grupo de autores de la generación del 98, surgió como consecuencia de un desastre muy importante que afectó a toda la sociedad. Esto revivió sentimientos negativo de tristeza, incomprensión lo cual se ve plasmado a lo largo de toda la poesía de ésta generación. En algunas obras pretende ser irónico, pero una ironía que parece provenir de esa misma desilusión de las cosas. Es la ironía del arrepentimiento, y del resentimiento que constituyen un estado supremo en el arte moderno. Así como constituyen según Nietzsche, el estado último de la genealogía de la moral. Es una parodia de la cultura por sí misma, como forma de vengarse, característica de una desilusión radical.
El arte no es un reflejo mecánico de las condiciones positivas o negativas del mundo sino una ilusión exacerbada, el espejo hiperbólico de éstas. Podríamos referir a manera de conclusión que la ilusión está ligada a la utopía y la desilusión a la ironía. Ahora bien esa ironía no es ya la de los románticos. Es una ironía objetiva, que se ha pasado a las cosas, se ha convertido en objetos ya no es función del sujeto, no es un espejo crítico, donde se refleja la incertidumbre del mundo si no el propio espejo del mundo, un mundo artificial en el que vivimos, el mismo que nos rodea.
Las cosas mismas ejercen una función espiritual e irónica por su existencia misma. La ironía se manifiesta en cada fragmento de nuestros signos, de nuestros objetos, de nuestras imágenes. Ya no hay necesidad como lo hacían los surrealistas de exagerar las funcionalidad de los objetos como Dalí y otros artistas plásticos. Estamos en un mundo hiperrealista donde las cosas tienden a iluminarse ellas mismas, irónicamente es como un efecto de parodia.

Doris Melo
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