sábado, 9 de julio de 2011

Una voz disidente en La balada de Alfonsina Bairán: novela de Andrés L. Mateo






La balada de Alfonsina Bairán es una de las últimas novelas escrita por Andrés L. Mateo. En esta novela el narrador es anónimo. Es decir que durante el curso de la narración no sabemos el nombre del sujeto que habla, el cual viene a ser el hilo conductor del relato, de la persona que cuenta en la novela. Se trata, de un narrador que carece de nombre propio. Además éste sujeto forma parte de los personajes que componen la trama en la novela de Mateo. Esta, es una novela multibiográfica, en ella el narrador que se define a sí mismo como un estudiante de derecho en los sesenta, nos cuenta su biografía y sus experiencias revolucionarias durante la dictadura de Trujillo. Su colaboración con el 14 de junio un grupo revolucionario que se reveló contra la dictadura. De otra parte, el estudiante nos convierte en participes de sus miedos, ambivalencias y conflictos en su búsqueda existencial. Como podemos ver en varias escenas en las que el personaje se regodeaba con Bartolina, en el Bar La Turca. El mismo, nos confiesa que es un escape “compartir con una puta barata y hurgar debajo de su falda”. En sus juegos sexuales, se manejan diálogos cargados de simbología en un lenguaje profundamente lírico y describe en un diálogo poético, sus vivencias en el cuarto de un motel de chinos en la Duarte. Durante sus escapadas con Bartolina quien como otros personajes en esta obra no tienen voz propia. Toda su participación es pasiva y en silencios, sumisa y complaciente, como lo expresa la voz discursiva. Todo transcurre dentro de un cuarto en un motel barato de chinos en la parte alta de un barrio de la capital de la República Dominicana.
En La balada de Alfonsina Bairán, parecen declararse por un lado el afincamiento en el presente de la escritura, que tiene más peso denunciar y desmitificar la perspectiva crítica y política de un determinado momento presente. Época que corresponde al segmento que se cuenta de la vida de Alfonsina y el Bar La Turca. Por otra parte el balance histórico de una crónica social y política, la crónica del sesenta. La experiencia vivida por muchos que al igual que Mateo, quedaron marcados por esta década, donde definen los personajes de esta escritura.
En La balada de Alfonsina Bairan, la voz del presente carece de nombre, es la voz de un sujeto anónimo que como hemos mencionado antes, ofrece su visión y muestra parte del drama de la matrona Alfonsina Bairán. Esa voz también nos cuenta en medio de espacios fragmentados, de distanciamientos y silencios, la vida de Alfonsina unida a la tragedia de la muerte de su esposo. Describe con maestría los rasgos y personalidad de la rebelde Alfonsina y de igual forma la manera en que ella, transgrede las normas de la sociedad, construyendo un burdel en un barrio de la capital y por otro lado degradando su condición de dama respetable a Celestina de mujeres que se venden con una estúpida flor en la cabeza. Así mismo vemos como Alfonsina desmantela las paredes de su casa y la convierte en un prostíbulo para el disfrute de la carne y entretenimiento de los esbirros de Trujillo.
De otra parte, Mateo construye dos mundos alternos uno, el mundo de Alfonsina Bairán casi siempre protagonizando la escena detrás de la barra del lupanar en donde se contempla un verdadero carnaval tal y como lo definiría Bajtín refiriéndose al mundo bajo irreverente como el que se contempla en el Bar La Turca. Por otro lado, el marco histórico de la tiranía. Nos ofrece en su visión, los hechos históricos de un determinado momento, fragmentado por diferentes épocas que comparten y dialogan en el texto.
Lo primero que distingue un personaje de otro es la marca de su diferencia nominal, pero en La balada de Alfonsina Bairán, el hecho de que en el personaje central, donde se deposita la articulación de las voces narrativas esté desprovisto de un nombre, el suyo propio no aparece necesariamente como una carencia. Puede ser hasta un signo de plenitud de la voz, puesto que quien está en posesión de la historia contada, logra la posesión de los nombres, del escenario esto proviene de la memoria familiar. Además, el hecho de que el emisor del relato no tenga nombre lo libera de su propia historia y le permite la estrategia de contar la vida de los otros como la prehistoria de sí mismo en la que se inscribe.

En un sentido esta novela no reconoce problemas con la identidad porque, los personajes saben quienes son; ese es uno de los rasgos configurativos de la identidad de clase. La identidad histórica y la identidad nacional vienen ya favorecidas por el propio discurso.
La biografía de los personajes de esta novela parece ser, un romance nacional en el cual se construye la representación de los dramas políticos y sociales de la época decadente, que se vivió durante la dictadura.
La representación del país es histórica, puesto que la obra explica elementos que forman parte de la historia y hechos que ocurrieron en un determinado momento.
En el discurso de La balada de Alfonsina Bairán aparecen diferentes fechas que marcan eventos ocurridos en el devenir político histórico dominicano; Las fiestas patrias del 27 de febrero; La muerte del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina; la persecución de la Iglesia y los miembros del clero, entre otras.
Se trata de un discurso de clase, puesto que ser refiere a una clase tradicional dominante: la dictadura de Trujillo. Es también una clase en plena evolución, una relación con los inmigrantes españoles, con la transformación de la modernidad, Pero también con la historia mundial porque estos personajes además son testigos de varios acontecimientos en los años 40, cuando el régimen de Francisco Franco. Estos llegan al país despatriados como rebeldes contra el sistema franquista. Trujillo les abrió las puertas al principio y los acogió por un tiempo para más tarde deportarlos por representar un peligro para su gobierno. Esto se suma a los acontecimientos importantes en el devenir contemporáneo de la narración.
El mundo que se representa en La balada de Alfonsina Bairán es un mundo coherente en el que se entrelazan múltiples discursos, todos hilvanados en una conciencia polifónica. Allí, las múltiples voces se enlazan en un discurso único para expresar el acontecer de esa época.
Un gesto importante sobre la memoria del narrador: al final la memoria de los hechos se vuelve el principio de la historia con que se da inicio el relato.
La perspectiva de una narración que entiende el tiempo como vivido, de tal manera que puede ver un fragmento de ese tiempo no solamente como pasado sino como anticipación del propio relato que el personaje va a encontrar en su devenir.
La novela se beneficia del discurso de la memoria, la cual reviste un carácter circular acumulativo y digresivo pero también es un discurrir formalizado por la presencia o copresencia de distintas voces narradoras: un teatro del pasado, un libro para recordar cíclicamente. Incluso anticipadamente, como resulta patente en el recuento de la vida que sigue a la matrona Alfonsina. Recordar puede dar pie a desear unos cambios que conllevan a cambios en el sistema opresor, la dictadura. También puede tratarse de reinterpretar y rescribir la historia que ha vivido esa generación del sesenta.
En este debate formal que proyecta el autor en La balada de Alfonsina Bairán, está latente el dilema de las identidades por definición plural. La memoria se manifiesta como una fuente de identidad que se construye por semejanza.
En esta novela la presencia del otro viene entramada en la construcción de la identidad al punto de constituirse en la fuerza, en los sujetos. Puede también esto servir como liberadora de interpretación adicional al texto literario, que como buena obra artística ésta abierta a múltiples análisis.


Doris Melo Mendoza

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