Sobre el ensayo Eros y Tanatos de Herbert Marcuse
Por Doris Melo.
Herbert Marcuse en su ensayo Eros y Tanatos, conversa sobre la sexualidad, refiere que ésta, en condiciones no represivas tiende hacia la auto sublimación , en relaciones duraderas e incluso en las relaciones de trabajo que sirven para intensificar y aumentar la gratificación instintiva.
A su vez, señala que Eros lucha para hacerse eterno a sí mismo en un orden permanente y que ésta tendencia, encuentra su primera resistencia en el campo de la necesidad. señala que todos los progresos técnicos, la conquista de la naturaleza, la racionalización del hombre y la sociedad no han eliminado y no pueden eliminar la necesidad del trabajo enajenado. La necesidad de trabajar mecánicamente, sin placer, de una manera que no representa la autorrealización individual.
Por otro lado Marcuse apunta, que el campo cada vez más amplio de la libertad llega a ser en verdad un campo de juego. Del libre juego de facultades individuales, en donde se generan nuevas formas de realización . Nuevas formas de descubrir el mundo, que a su vez le dará nuevas formas al campo de la necesidad de la lucha por la existencia.
Con la transformación de la sexualidad , señala, que en Eros los instintos de la vida despliegan su orden sensual , mientras la razón llega a ser sensual, hasta el grado en que abarca y organiza la necesidad en términos que protegen y enriquecen los instintos de la vida. Las raíces de la experiencia estética reaparecen no solo en una cultura artística sino en la misma lucha por la existencia. Estas asumen una nueva racionalidad. La represividad de la razón que caracteriza al mando del principio de actuación, no pertenece al campo de la necesidad per se.
*Bajo el principio de la actuación, la gratificación de los instintos sexuales depende en gran parte de la suspensión de la razón e incluso de la conciencia; en el breve olvido de la infelicidad privada y universal, en la interrupción de la razonable rutina de la vida, del deber y la dignidad y la manera de ser.
La felicidad es casi por definición irrazonable si es irreprimida e incontrolada. En contraste, más allá del principio de actuación, la gratificación de los instintos requiere un mayor esfuerzo consciente de la razón libre, conforme menor sea el producto de la racionalidad de la opresión sobre impuesta.
Por otro lado Marcuse señala ,que mientras más libremente se desarrollen los instintos más libremente se afirmará a si misma su naturaleza conservadora. De esta manera la lucha por la gratificación durará y tratará no solo de aumentar el orden de la relaciones libidinales sino perpetuar el orden en una escala más alta.
*Para Marcuse, el principio del placer se extiende a la conciencia. Eros define la razón en sus propios términos. Es razonable lo que sostiene el orden de la gratificación. En el grado en que la lucha por la existencia llega ser cooperación para el libre desarrollo y realización de las necesidad individual la razón represiva deja el paso a una nueva racionalidad de la gratificación en la que convergen la razón y la felicidad. Ella crea su propia división del trabajo, sus propias prioridades, su propia jerarquía. La herencia histórica del principio de actuación es la administración, la de hombres, sino de cosas; la civilización madura depende para su funcionamiento de una multitud de arreglos coordinados. Estos arreglos a su vez deben tener una autoridad reconocida y reconocible.
Las relaciones jerárquicas no carecen de libertad per se; la civilización descansa. en gran parte en la autoridad racional, basada en el conocimiento y la necesidad que aspira a la protección y la preservación de la vida.
Marcuse señala que Cuando la vida privada no tenga que ser mantenida aparte de y contra la existencia pública, la libertad del individuo y la del conjunto podrán quizás ser reconciliadas por una voluntad general que tomara forma en las instrucciones dirigidas hacia las necesidades individuales.
El placer contiene un elemento de auto determinación que es la señal del triunfo humano sobre la necesidad ciega; Lo que distingue al placer de la satisfacción ciega de la necesidad es la negativa de los instintos a agotarse a si mismos en la satisfacción inmediata, su capacidad para construir y utilizar barreras que intensifiquen la realización.
Los hombres existirán realmente como individuos cada uno dándole forma a su propia vida; se enfrentaran uno a otro con necesidades realmente diferentes y con modos de satisfacción diferente en verdad con sus propios rechazos y sus propias elecciones. La ascensión del principio del placer engendrara, así antagonismos, dolores y frustra conflictos individuales en su lucha por la gratificación. *Pero estos conflictos tendrán en si mismo valor libidinal, estarán recubiertos por la racionalidad de la gratificación. Así esta razón sensual contiene sus propias leyes morales.
Marcuse señala que inclusive si una moral libidinal maternal es posible en la estructura instintiva e inclusive si una razón sensual puede hacer al Eros libremente susceptible de ordenar, un obstáculo más interior parece desafiar cualquier proyecto de un desarrollo no represivo; el lazo que une a Eros con el instinto de la muerte. El hecho brutal de la muerte niega de una vez por todas la posible realidad del una existencia no represiva. Porque la muerte es la negación final del tiempo y el placer quiere la eternidad. La liberación del tiempo es el ideal del placer.
Sin la liberación del contenido reprimido de la memoria, sin la liberación de su poder libertador, la sublimación no represiva es inimaginable.
Desde el mito de Orfeo hasta la novela de Proust, la felicidad y la libertad han sido ligadas con la idea de la recuperación del tiempo. La memoria recupera el tiempo perdido que era el tiempo de la gratificación y la realización. Eros penetrando en la conciencia, es puesto en movimiento por el recuerdo, con el protesta contra el orden de la renunciación; usa la memoria en su esfuerzo por derrotar al tiempo en un mundo dominado por el tiempo. Pero en tanto que el tiempo retiene su poder sobre Eros, la felicidad es una cosa esencialmente del pasado.
La terrible frase que asienta que solo los paraísos perdidos son los verdaderos juzga y al mismo tiempo rescata el tiempo perdido. Los paraísos perdidos son los verdaderos *porque en retrospectiva el goce pasado parece más hermoso y realmente lo era porque el recuerdo sólo nos da el goce sin la angustia por su brevedad y así nos da una duración imposible de otra manera.
*El tiempo pierde su poder cuando el recuerdo redime el pasado. Sin embargo esta derrota del tiempo artístico y espuria; el recuerdo no es real hasta que no se traslada a la acción histórica. Entonces la lucha contra el tiempo llega ser un movimiento decisivo en la lucha contra la dominación.
En esta alianza entre el tiempo y el orden de la represión, la que motiva los esfuerzos por detener el fluir del tiempo, y es esta alianza la que hace al tiempo el enemigo mortal de Eros. Con toda seguridad, el paso del tiempo, la brevedad, de los momentos de realización, la angustia sobre su fin, pueden en si mismos llegar a ser erógenos obstáculos que mantienen la marea de la libido .
Eros ofende el tabú decisivo que sanciona el placer libidinal sólo como una condición temporal y controlada, no como una fuente permanente de la existencia humana.
El instinto de la muerte, opera bajo el principio de Nirvana: tiende hacia ese estado de constante gratificación donde no se siente ninguna tensión un estado sin necesidad. Esta tendencia del instinto implica que sus manifestaciones destructivas serían minimizadas conforme se acercaran a este estado.
*Si el objetivo básico del instinto no es la terminación de la vida sino el dolor la ausencia de la tensión paradójicamente, el conflicto entre la vida y la muerte se reduce más conforme la vida se aproxima más al estado de gratificación. El principio del placer y el de Nirvana convergen entonces . Al mismo tiempo Eros, libre de la represión sobrante sería fortalecido y el Eros fortalecido absorbería, como quien dice, el objetivo del instinto de la muerte.
El valor instintivo de la muerte sería transformado; si los instintos persiguen y alcanzan su realización en un orden no *represivo.
*En esta lucha, la razón y el instinto pueden unirse. Bajo las condiciones de una existencia humana auténtica, la diferencia entre sucumbir a la enfermedad a la edad de diez, treinta, cincuenta o sesenta años y morir una muerte natural después de una vida plena con toda la energía instintiva.
En una civilización represiva la muerte misma llega a ser un instrumento de la represión. Ya sea que la muerte sea temida como una amenaza constante o glorificada como un sacrificio supremo o aceptada como destino. La educación para el consentimiento de la muerte introduce un elemento de rendición dentro de la vida desde el principio de rendición y sumisión .
*Los poderes que existen tienen una profunda afinidad con la muerte; la muerte es un signo de la falta de libertad, de la derrota.
Hoy la teología y la filosofía compiten entre si en la celebración de la muerte como una categoría existencial.; pervirtiendo un hecho biológico al convertirlo en una esencia ontológica le dan bendición trascendental a la culpa de la humanidad que ayudan a perpetuar traicionan la esperanza de la utopía.
*La muerte puede llegar a ser un signo de libertad. La necesidad de la muerte no niega la posibilidad de una liberación final. Como las otras necesidades puede ser hecha racional sin dolor. El hombre puede morir sin angustia si sabe que lo que ama, está protegido de la miseria y el olvido. Después de una vida plena puede aceptar para si mismo el morir en un momento elegido por el mismo. Pero ni siquiera el advenimiento ultimo de la libertad puede redimir a aquellos que mueren en el dolor. Es el recuerdo de ello y la culpa acumulada de la humanidad contra sus dvictimas, el que oscurece la posibilidad de una civilización sin represión.
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